Los registros históricos precisan que los tambores son instrumentos de percusión tan antiguos como la raza humana, usados por diversas culturas no solo para comunicarse, sino para animar sus fiestas y acompañar sus rituales o ceremonias.
Entre la amplia variedad de tambores que existen en el mundo, se destaca la caja, un instrumento de madera de forma cónica, de un solo parche, utilizado única y exclusivamente en la interpretación de la música vallenata. Junto con el acordeón y la guacharaca, conforma la denominada trifonía del Vallenato, cimiento melódico de esta música folclórica.
Aunque parezca un actor de reparto, el instrumento en mención es realmente un protagonista de primer orden en todas las obras musicales o piezas sonoras que conforman el casi infinito repertorio del folclor vallenato.
En cada canción vallenata, generalmente, los elogios y aplausos se los lleva el acordeón, pero la caja, casi siempre en un segundo plano, es el instrumento que tiene la misión de mantener el ritmo, velocidad y tiempos musicales. Su relevancia es tan mayúscula, que sus golpes y repiques son fundamentales en el sostenimiento de la cadencia y en el fortalecimiento que le da a las armonías y melodías de cada canción.
“La caja es un instrumento tan importante, que termina siendo el elemento que le da identidad a los aires del Vallenato. El andante o la velocidad con la que se le dan los golpes a este tambor, marcan el aire que se está interpretando: paseo, son, merengue o puya”, explicó el compositor, escritor e investigador musical, Julio Oñate Martínez.
Hoy, son muchos los cajeros destacados, pero la historia registra como los pioneros más notorios, entre otros, a Domingo ‘Mingo’ Pimentel, compañero de Andrés Landero, natural de Evitar, Bolívar, famoso por su estilo de tocar, llamado ‘tres golpes’.
En ese grupo también encontró espacio, Belisario ‘Metralleta’ Ariza, de Sabanalarga, Atlántico, a quien se le colgó ese remoquete por sus rápidos repiques. Ahí mismo se acomodó Juan Crisóstomo ‘Pichocho’ Ramos, cajero de Juan Muñoz.
Cristóbal Flórez, Sebastián Guerra y Rafael Valdés, este último maestro de los Castilla, son cajeros célebres que tienen capítulos de privilegio en la historia de la música vallenata.
Cirino Castilla Martínez, fue el tronco de una estirpe de excepcionales cajeros y percusionistas, que conforman una mítica dinastía, entre los que se destacan hijos y nietos, como José del Carmen, Dimas, Rodolfo, José del Carmen Jr o ‘Tito’, Danny, Elías Alberto o ‘Coyote’, Juan Esteban y Tomás Rodolfo, a quien apodan el ‘Mono’.