En esta condición, también conocida como congestión pulmonar, congestión de pulmón o agua en el pulmón, se produce una acumulación anormal de líquido en los pulmones que dificulta la respiración. Aquí te contamos cuáles son sus causas, síntomas, tratamientos y formas de prevenirla.
El edema pulmonar suele ser una consecuencia de la insuficiencia cardíaca congestiva, que ocurre cuando el corazón no es capaz de bombear sangre de manera eficiente. Esta se puede «estancar» en las venas que la llevan a través de los pulmones. A medida que la presión en estos vasos sanguíneos se incrementa, el líquido es empujado hacia los espacios de aire en los pulmones (alvéolos). Esto reduce el movimiento normal del oxígeno a través de los pulmones y genera dificultades para respirar.
Este trastorno puede ser agudo, o de inicio repentino, o crónico, cuando ocurre lentamente. El primer caso se clasifica como una emergencia médica que necesita atención inmediata. También se puede diferenciar en cardiogénico o edema hemodinámico (es el caso más frecuente, anteriormente desarrollado), o en no cardiogénico o lesión pulmonar.
Cuando el edema es cardiogénico, puede deberse a ataques cardíacos o cualquier enfermedad del corazón que ocasione debilitamiento o rigidez del miocardio, válvulas cardíacas permeables o estrechas, o hipertensión grave y repentina.
Cuando no es cardiogénico puede ser causado por ciertos medicamentos, exposición a grandes alturas, insuficiencia renal, estrechamiento de las arterias que llevan sangre a los riñones, daño pulmonar causado por determinadas toxinas, sufrir síndrome de dificultad respiratoria o embolia pulmonar, inhalar humo, padecer enfermedad del sistema nervioso, o infecciones graves.
La cantidad creciente de líquido en los pulmones producto del edema impedirá que el oxígeno pase al torrente sanguíneo. Por ello, los siguientes síntomas pueden empeorar hasta recibir tratamiento:
• Dificultad para respirar al acostarse, también conocido como ortopnea.
• Sensación de «falta de aire» o «asfixia», denominada disnea paroxística nocturna.
• Sonidos roncos, de gorgoteo o sibilantes con la respiración.
• Problemas para hablar en oraciones completas debido a la dificultad para respirar.
• Ansiedad o inquietud.
• Disminución en el nivel de lucidez mental o conciencia.
• Hinchazón del abdomen o de las piernas.
• Piel pálida.
• Sudoración excesiva.
Precauciones
Según los especialistas, la velocidad con que mejore esta condición dependerá de la causa. Por ejemplo, en algunos casos posiblemente se necesite un respirador durante mucho tiempo. Sin embargo, lo que está claro es que, sin tratamiento, esta afección puede ser mortal.
Se la suele tratar en una sala de emergencias o en un hospital, y es posible que se deba recurrir a una unidad de cuidados intensivos. Los profesionales pueden administrar oxígeno por medio de una mascarilla o de diminutos tubos plásticos (cánulas) colocados en la nariz.
También se puede poner un tubo de respiración en la tráquea para conectar a un respirador (ventilador) si no se puede respirar bien por cuenta propia. Además, los médicos pueden recetar algunos medicamentos, como diuréticos, para eliminar el exceso de líquido del cuerpo, o fármacos para fortalecer el miocardio, y así controlar el ritmo cardíaco o aliviar la presión sobre el corazón. Cuando la insuficiencia cardíaca no es la causa, se deberá determinar el motivo y así buscar el medSi el edema pulmonar continúa, puede aumentar la presión en la arteria pulmonar, lo que se conoce como hipertensión pulmonar, y eventualmente el ventrículo derecho del corazón se debilitará y comenzará a fallar. El ventrículo derecho tiene una pared muscular mucho más delgada que el lado izquierdo del corazón, ya que está sujeto a menor presión para bombear la sangre hacia los pulmones.
Este aumento en la aurícula derecha, y luego en varias partes del cuerpo, puede causar hinchazón abdominal y de las extremidades inferiores, acumulación de líquido en las membranas que rodean los pulmones y congestión e inflamación del hígado. Si no se trata, el edema pulmonar agudo puede ser mortal, e incluso en algunos casos lo es cuando se recibe tratamiento.
A pesar de todo, es una condición que puede prevenirse si incorporas ciertos hábitos. La Clínica Mayo recomienda los siguientes:
• Controla los niveles de presión arterial.
• Controlar los niveles de colesterol en sangre.
• No fumar y reducir el consumo de alcohol.
• Seguir una dieta de alimentos saludables para el corazón, es decir, baja en sal, azúcar y grasas sólidas, y rica en frutas, vegetales y granos integrales. Los profesionales recomiendan dietas como la DASH o Mediterránea para facilitar la incorporación de esos alimentos.
• Realizar actividad física con regularidad, al menos 30 minutos de ejercicios aeróbicos por día, o una hora de caminata.
• Mantener un peso saludable.
• Cuidar la salud mental, controlando el estrés y la ansiedad. (HolaDoctor.com).