Nuestros ojos tienen mucho que decir sobre nuestra salud general. Los ojos, además de permitir la percepción del entorno, proporcionan información valiosa sobre patologías no oculares. El ojo, un órgano expuesto al exterior y fácil de explorar, puede mostrar signos de alteraciones en diferentes partes del cuerpo, lo que los convierte en un indicador clave para el diagnóstico de patologías más allá de la visión.
“Hay que decir que, en muchas ocasiones, los ojos nos pueden dar pistas de cómo está nuestra salud general. De hecho, se habla de ellos como las ventanas de nuestro organismo, puesto que sus vasos sanguíneos, nervios y tejidos conectivos nos dan mucha información sobre él”, nos cuenta el doctor José Luis Mendoza, oftalmólogo de Clínica Baviera Vigo, quien nos dice que los ojos están directamente conectados con el resto del cuerpo a nivel vascular, neurológico e inmunológico.
Enfermedades que pueden manifestarse a través de los ojos
¿Cuáles son las enfermedades sistémicas más comunes que pueden manifestarse a través de los ojos? Son muchas las enfermedades o alteraciones que se manifiestan a través del sistema visual. Esto se debe a que, a menudo, el ojo sufre las consecuencias de enfermedades sistémicas; pero también, a que los síntomas visuales son la primera manifestación de patologías.
El especialista de Clínica Baviera nos las detalla a continuación:
Diabetes: la acumulación de azúcar en sangre puede producir daños en diversos tejidos del cuerpo, incluida la retina, causando lo que llamamos retinopatía diabética, considerada la causa más frecuente de ceguera legal entre los 20 y los 65 años en los países industrializados.
Hipertensión arterial: la hipertensión también puede dañar los vasos sanguíneos de la retina, causando hemorragias o hinchazón del nervio óptico.
Colesterol alto: el aumento de la concentración plasmática de colesterol y lípidos en sangre, lo que se conoce como dislipidemia, puede afectar en mayor o menor medida a la salud visual. Por un lado, se puede producir una disminución en la capacidad para diferenciar los colores como consecuencia de la afectación de la función visual derivada de los fallos en la corteza cerebral al haber un exceso de colesterol en sangre. Además, pueden producirse signos estéticos como los llamados xantomas, xantelasmas y el arco corneal o arco senil.
Enfermedades autoinmunes: como el lupus o la artritis reumatoide, pueden causar inflamación ocular, como uveítis y ojo seco. En muchos de estos procesos la uveítis puede ser la forma de debut de la enfermedad. Uveítis es un término general que hace referencia a la inflamación de la parte del ojo conocida como úvea. La úvea es una capa relativamente gruesa y resistente de tejido fibroso que envuelve y protege el globo ocular y que consta de tres partes: el iris, el cuerpo ciliar y la coroides. La úvea contiene muchos vasos sanguíneos y nutre a otras estructuras oculares. Por eso, su inflamación puede afectar a la córnea, a la retina, a la esclera y a otras partes vitales del ojo.
Alteraciones tiroideas: trastornos como el hipertiroidismo pueden causar oftalmopatía tiroidea que se manifiesta con retracción palpebral u ojos saltones o inflamación de músculos oculares.
Enfermedades infecciosas: algunas como el herpes, la toxoplasmosis o, menos comunes, la sífilis o la tuberculosis, pueden causar daños oculares manifestados como sensación de cuerpo extraño.
Además, nos comenta que existen otra serie de enfermedades que pueden manifestarse a través de problemas en los ojos, como por ejemplo los problemas hepáticos o biliares. En este caso, la ictericia, que da un tono amarillento a la esclerótica (la parte blanca del ojo), es un signo visible de disfunción hepática.
El caso concreto de las enfermedades vasculares
Las enfermedades vasculares destacan entre las afecciones que pueden manifestarse en la visión. La Dra. Lucía González Buendía, especialista en el diagnóstico y tratamiento médico de patologías de la retina y de la mácula en Miranza, explica que la retina, responsable de transformar la luz en impulsos eléctricos que el cerebro interpreta como imágenes, está muy vascularizada, lo que significa que tiene una red extensa de vasos sanguíneos. “Estos vasos son susceptibles a los cambios en la circulación sanguínea que pueden ocurrir debido a enfermedades sistémicas. Las alteraciones en estos vasos, como el engrosamiento, la ruptura o el estrechamiento, pueden reflejar enfermedades en el sistema cardiovascular o metabólico”.
Trastornos neurológicos y enfermedades autoinmunes
Por otra parte, la doctora González Buendía nos explica que ciertos trastornos neurológicos, como el aumento de la presión intracraneal (causada por un tumor cerebral o una hemorragia), el papiledema o edematización del nervio óptico, pueden reflejarse en el ojo, concretamente en el estado del nervio óptico, que forma parte del sistema nervioso central y se encarga de transportar las señales visuales desde la retina hacia el cerebro.
Los ojos como indicador temprano de tumores
Hay un vínculo, tal vez más desconocido, pero no menos importante. La conexión del nervio óptico con el cerebro hace que a través de los ojos también se puedan detectar enfermedades como el aneurisma, el tumor cerebral o algunos tipos de cáncer, como los de piel, la leucemia o el linfoma.
Según el Dr. José García-Arumí, experto en oncología ocular de Miranza, «no es extraño que distintos tipos de tumores provoquen metástasis en el ojo, sobre todo en la coroides, la capa intermedia del globo ocular, que está muy vascularizada». Esto ocurre frecuentemente en el cáncer de pulmón, y en muchos casos, es un diagnóstico oftalmológico el que revela la existencia de un tumor primario previamente desconocido.
Síntomas en nuestra vista que debemos considerar
¿Qué síntomas nos pueden alertar de que hay un problema relacionado con nuestra salud visual? En general, hay una gran variedad de síntomas que nos pueden ayudar a identificar la presencia de un problema relacionado con la salud visual. El especialista de Clínica Baviera Vigo nos detalla las siguientes:
Visión borrosa.
Destellos de luz.
Manchas flotantes o moscas volantes.
Pérdida repentina de la visión.
Dificultades para ver a determinadas distancias (cerca o lejos).
Visión doble.
Dolor ocular.
Cambios en la percepción del color.
Lagrimeo o sequedad ocular.
Visión de túnel o puntos ciegos.
Ojo saltón. (Hola.com).