El desorden emocional puede afectar nuestra vida sin que nos demos cuenta. Cambios de humor inesperados, ansiedad persistente o una sensación de desconexión pueden ser señales de alerta. «Cuando hablamos de desorden emocional nos referimos a una dificultad persistente para manejar, regular o expresar las emociones de forma saludable», nos cuenta Marc Rodríguez, psicólogo especialista en inteligencia emocional, que añade que es un estado en el que la persona se siente desbordada por sus emociones, no logra controlarlas bien o responde de manera desproporcionada ante situaciones cotidianas.
¿Cómo se manifiesta el desorden emocional?
Algunas señales que podrían indicarnos que estamos atravesando un desorden emocional son:
Reacciones desproporcionadas: explosiones de ira o llanto ante pequeños inconvenientes (por ejemplo, gritarle con dureza a un compañero de trabajo por un error menor).
Cambios de humor frecuentes: pasar de estar eufórico a sentirte hundido sin motivo aparente.
Impulsividad: tomar decisiones precipitadas guiado por la emoción (comprar compulsivamente, romper relaciones de un día para otro).
Dificultad para calmarse: permanecer agitado o ansioso mucho tiempo después de que haya pasado el evento que desencadenó la emoción.
Sensación de vacío o desbordamiento: notar que las emociones “te invaden” y te incapacitan para pensar con claridad.
¿Qué factores o causas pueden desencadenarlo?
El desorden emocional puede tener múltiples causas. Algunas de las más comunes en opinión del psicólogo son las siguientes:
Experiencias traumáticas: Vivencias de abuso, abandono o pérdidas importantes en la infancia o la vida adulta.
Problemas familiares o sociales: Crecer en un ambiente donde no se enseñó a gestionar las emociones de manera saludable.
Estrés crónico: Largos períodos de presión en el trabajo, en los estudios o en las responsabilidades familiares agotan nuestra capacidad de autorregulación.
Desequilibrios químicos en el cerebro: Algunas alteraciones en neurotransmisores como la serotonina o la dopamina pueden dificultar la regulación emocional.
Baja autoestima: Una percepción negativa de uno mismo aumenta la vulnerabilidad emocional.
¿Cómo se diferencia de la ansiedad o la depresión?
Aunque pueden parecer similares, el desorden emocional no es exactamente lo mismo que un trastorno de ansiedad o una depresión:
La ansiedad se centra principalmente en el miedo o la preocupación excesiva. Una persona con ansiedad sufre por lo que podría pasar, anticipando el peligro o el fracaso y puede generarse a través de un activador externo o interno.
La depresión implica tristeza profunda, pérdida de interés y energía baja de forma constante. La desregulación emocional no siempre es tristeza; puede ser una montaña rusa de diferentes sentimientos, no un estado triste permanente.
¿Existen técnicas que ayuden a gestionarlo en el día a día?
Marc Rodríguez nos resume las que son, en su opinión varias estrategias prácticas que pueden ayudarnos a manejar mejor las emociones:
Respiración consciente: al sentir la emoción al límite, para un momento. Inhala cinco segundos, exhala cinco y repite hasta notar que la cabeza se enfría.
Etiquetado emocional: di en voz alta “Estoy sintiendo rabia” o “Esto me da mucha pena”. Nombrar la emoción ayuda a reducir su intensidad.
Tiempo fuera (‘time-out’): si te enfadas en una conversación, pide un descanso de 10 minutos antes de continuar.
Journaling (diario emocional): escribe cada día qué emoción has sentido y qué la desencadenó. Te ayuda a ver patrones y a adelantarte a episodios fuertes.
Mindfulness o atención plena: dedica 5–10 minutos al día a enfocar tu atención en la respiración o en las sensaciones del cuerpo, sin juzgar.
¿Cómo afectan los desórdenes emocionales a las relaciones interpersonales?
Un desorden emocional puede impactar de forma importante en nuestras relaciones. Algunas maneras en que esto ocurre son:
Conflictos frecuentes: las reacciones desproporcionadas pueden generar malentendidos, discusiones o distanciamientos.
Dificultad para mantener vínculos estables: las personas cercanas pueden sentirse confundidas o agotadas ante los cambios de humor o las actitudes extremas.
Dependencia emocional o miedo al abandono: la inseguridad emocional puede hacer que la persona se apegue demasiado o que tema constantemente ser rechazada. (Hola.com).