Aunque son dos realidades relacionadas con la salud muy vinculadas, sus implicaciones son muy distintas. La prediabetes es una señal de alerta: los niveles de glucosa en sangre están por encima de lo normal, pero aún no alcanzan el umbral de la diabetes tipo 2.
Tal y como nos cuenta la doctora Samar Elgeadi, responsable de Medicina Interna en Clínica Elgeadi, la prediabetes y la diabetes tipo 2 son etapas de una misma enfermedad metabólica que afecta la forma en que el cuerpo utiliza el azúcar (glucosa). “La diferencia principal entre ambas radica en el nivel de elevación del azúcar en sangre y en el grado de alteración del metabolismo”, nos cuenta la doctora, que nos lo detalla a continuación:
– En la prediabetes, los niveles de glucosa en sangre son más altos de lo normal, pero aún no alcanzan el umbral para ser considerados como diabetes. Se trata de una fase intermedia que puede revertirse con cambios en el estilo de vida, como la alimentación saludable, el ejercicio y el control del peso.
– La diabetes tipo 2, en cambio, implica una elevación persistente y más grave de los niveles de azúcar en sangre. Esta etapa se asocia con un mayor riesgo de complicaciones en órganos como los ojos, riñones, nervios y corazón, y requiere tratamiento más estricto, que puede incluir medicamentos orales o insulina.
Resistencia a la insulina
“Antes de que aparezca cualquiera de estas condiciones, suele desarrollarse una alteración conocida como resistencia a la insulina. En esta fase, el cuerpo produce insulina (una hormona que regula el azúcar en sangre), pero las células no responden adecuadamente a ella. Para compensar, el páncreas produce más insulina. Con el tiempo, si esta situación no mejora, el páncreas se agota y los niveles de glucosa comienzan a elevarse, primero hacia la prediabetes y luego hacia la diabetes si no se toman medidas”, nos indica la experta.
Factores de riesgo para desarrollar diabetes
La doctora nos explica que los principales factores de riesgo para desarrollar prediabetes y posteriormente diabetes tipo 2 son una combinación de aspectos genéticos, metabólicos y del estilo de vida. Y nos los resume en los siguientes:
– Sobrepeso y obesidad. Especialmente la acumulación de grasa abdominal (grasa visceral), que está estrechamente ligada a la resistencia a la insulina.
– Sedentarismo. La falta de actividad física reduce la sensibilidad de las células a la insulina.
– Dieta poco saludable. Dietas altas en azúcares, carbohidratos refinados, grasas saturadas y pobres en fibra contribuyen al desequilibrio metabólico.
– Antecedentes familiares de diabetes tipo 2. Tener padres o hermanos con esta enfermedad aumenta significativamente el riesgo.
– Edad mayor de 45 años. Aunque también está aumentando en adultos jóvenes y adolescentes debido al estilo de vida moderno.
– Hipertensión arterial. La presión alta suele acompañar a la resistencia a la insulina.
– Colesterol y triglicéridos elevados. Niveles altos de LDL (colesterol “malo”) y triglicéridos, junto con niveles bajos de HDL (colesterol “bueno”), son señales de alerta.
– Síndrome de ovario poliquístico (SOP). En mujeres, el SOP está relacionado con resistencia a la insulina.
– Historia de diabetes gestacional. Las mujeres que desarrollaron diabetes durante el embarazo tienen mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 más adelante.
– Origen étnico. Algunas poblaciones tienen mayor predisposición genética, como personas de origen hispano, afrodescendiente, asiático o indígena americano.
¿Qué síntomas pueden indicar prediabetes?
La prediabetes, nos cuenta la doctora, muchas veces no presenta síntomas claros, por lo que muchas personas pueden tenerla y no saberlo. Sin embargo, hay algunas señales de advertencia que podrían indicar que una persona está en riesgo o ya en fase de prediabetes:
– Fatiga persistente. Sensación de cansancio constante, incluso con buen descanso.
– Aumento de la sed. Beber más agua de lo habitual sin una razón clara.
– Aumento de las ganas de orinar. Especialmente en la noche (poliuria).
– Hambre constante. Sensación de hambre poco después de comer.
– Oscurecimiento de la piel. Zonas oscuras o engrosadas, sobre todo en cuello, axilas, codos (acantosis nigricans).
– Dificultad para perder peso. Incluso con dieta o ejercicio.
– Visión borrosa ocasional. Fluctuaciones en la vista sin causa aparente.
– Heridas que tardan más en sanar. Inicio sutil de alteraciones en la cicatrización.
¿Cómo se diagnostica la prediabetes?
La forma más habitual de diagnosticar la prediabetes es a través de una analítica de sangre. “La glucosa en ayunas y la hemoglobina glucosilada (HbA1c) son las más utilizadas en consulta. También se puede realizar una prueba oral de tolerancia a la glucosa, especialmente si hay sospechas clínicas pero las cifras de ayuno están dentro del rango normal”, recomienda la doctora.
Cuidar los hábitos de vida
Le preguntamos a la doctora si realizar cambios en el estilo de vida puede ayudar a prevenir la progresión de la prediabetes a diabetes tipo 2 y nos resume los que son, en su opinión, los pilares básicos de prevención: mantener un peso saludable, moverse más durante el día y comer de forma equilibrada.
Complicaciones si no se trata a tiempo la diabetes
La doctora nos hace una advertencia importante: “Aunque la prediabetes es una fase reversible, ignorarla puede tener consecuencias”. Así, comenta que el principal riesgo es desarrollar diabetes tipo 2, pero también pueden aparecer alteraciones en los vasos sanguíneos, el corazón o los riñones incluso antes del diagnóstico formal. “Actuar a tiempo evita daños silenciosos”, apunta. (Hola.com).