El presidente de los Estados Unidos ha asumido el cargo y ha declarado que no será flexible ni con los inmigrantes ilegales ni con los países cuyos gobiernos sean de izquierda. Esta postura coloca a Colombia en una situación compleja, ya que, en nuestro país, el cultivo ilícito ha aumentado y los grupos al margen de la ley se disputan el territorio utilizado para dicho cultivo. Estos grupos, ahora más fortalecidos, reflejan una guerra sin cuartel. Como siempre, quienes terminamos sufriendo las consecuencias somos nosotros, con más víctimas y muertes. La pregunta es: ¿los Estados Unidos, uno de los mayores consumidores de drogas, nos dejarán solos en esta lucha?
En este segundo mandato, Donald Trump cuenta con el apoyo del legislativo y de las altas cortes, además de un 55% de popularidad. Actualmente, Estados Unidos tiene todas sus alarmas puestas en el fentanilo, una nueva droga sintética cuyo consumo ha aumentado de manera desmesurada. Su vecino, México, desempeña un papel crucial en la lucha contra el tráfico de esta droga hacia el norte.
Trump ha manifestado su interés en recuperar el control del Canal de Panamá, apoderarse de Groenlandia, aumentar los aranceles a países exportadores hacia Estados Unidos (como Canadá) y fortalecer la economía nacional. También ha planteado la posibilidad de prohibir el envío de remesas a Cuba y convertir el Golfo de México en el «Golfo de América». Todos estamos a la espera de saber qué sucederá con Venezuela. Muchos advierten que este mandato será más nacionalista, radical y expansionista, lo que podría generar un choque de antagonismos de clase. Esta situación debe preocupar al gobierno de Gustavo Petro.
Por otro lado, cabe recordar lo que Trump logró durante su primer mandato: implementó una reforma fiscal y logró un notable crecimiento económico, gracias al recorte de impuestos y a la creación de empleo mediante la «Tax Cuts and Jobs Act», con el objetivo de incentivar la economía. Otro de sus logros fue la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) y la creación del acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA). Además, implementó políticas de control migratorio, promovió la construcción del muro fronterizo, reformó el sistema judicial y mejoró la política energética, convirtiendo a Estados Unidos en el mayor productor de petróleo del mundo, con una producción de 12,23 millones de barriles diarios. También retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París.
En este contexto, es importante destacar que los países latinoamericanos han demostrado que sus gobiernos son muy débiles, aquejados por escándalos de corrupción y la falta de oportunidades. Esto ha permitido que los criminales queden impunes y favorece el crecimiento de bandas criminales transnacionales, como el Tren de Aragua, el Cartel de los Soles, el ELN y las FARC, cuya presencia sigue en aumento, afectando incluso a Estados Unidos. Además, la falta de oportunidades y la inseguridad han impulsado la inmigración ilegal, ya que muchos buscan un mejor futuro persiguiendo el «sueño americano». En su trayecto, muchos atraviesan el Tapón del Darién, entre Colombia y Panamá, como parte de su intento de llegar a la frontera de Estados Unidos. Por todas estas razones, más que nunca, necesitamos el apoyo de Estados Unidos, al igual que ellos dependen de Latinoamérica.
En los primeros días del gobierno de Trump, su administración deberá demostrar que tiene la experiencia necesaria y obtener resultados a corto plazo, para que los 77 millones de votantes que lo eligieron vean resultados concretos. Lo que es indiscutible es que su mandato será controvertido, como ya lo ha demostrado con las primeras órdenes ejecutivas firmadas, las represalias al imponer aranceles de emergencia a los productos colombianos exportados a Estados Unidos, y la revocación inmediata de visas a funcionarios del gobierno por no permitir el ingreso de aviones militares con migrantes deportados.
Esto ha generado una creciente tensión diplomática entre dos gobiernos cuyos mandatarios toman decisiones apresuradas sin contemplar el daño que pueden causar. Estados Unidos, como potencia mundial, no se verá afectado de la misma manera que Colombia, pero ¿es justo que Petro actúe sin contemplar las consecuencias para los empresarios colombianos que exportan productos como café, banano, piña, flores, mango, aguacate Hass, petróleo, entre otros? ¿Qué ganamos al seguirle el juego a un presidente que parece más interesado en la controversia y en ser el centro de atención? Esta actitud no es exclusiva de la derecha; también ocurre en la izquierda. Ambos jefes de Estado parecen competir por demostrar quién es más soberbio y quién no cede. Mientras tanto, en Colombia, la «potencia mundial de la vida» se aleja cada día más de la realidad. Esto se evidencia, por ejemplo, en el desplazamiento masivo que ocurre en el Catatumbo, resultado de una guerra que no es solo nuestra. En lugar de imitar a Trump, Petro debería centrarse en resolver los problemas internos. Lo que nos prometieron ha quedado en mera retórica.
Lo curioso de estos nuevos gobiernos que están surgiendo es que utilizan un formato de «showman» para promover una filosofía proteccionista y de extrema derecha, presentándose como los más fuertes y capaces de violar los derechos internacionales. Se autodenominan defensores de la «legalidad», calificando a los inmigrantes como ilegales y exigiendo que regresen a sus países de origen, sin considerar las razones que los obligaron a emigrar. Irónicamente, muchos inmigrantes latinos que han llegado a Estados Unidos y se han legalizado apoyan estas posturas. Alegan que el desorden y la inseguridad en muchos estados se deben, en gran parte, a la inmigración ilegal. Lo irónico es que la madre de Trump era una inmigrante escocesa.
Esta filosofía no es exclusiva de la derecha; los gobiernos de izquierda también la utilizan para promover sus propias doctrinas. En esta incoherencia diplomática, los verdaderos afectados somos los ciudadanos de a pie, tanto en Colombia como en Estados Unidos, quienes pagaremos las consecuencias de decisiones tomadas desde el poder sin considerar el impacto real. Además, es probable que Petro cancele la extradición de nacionales requeridos por el gobierno estadounidense.
La geopolítica cambiará más rápido de lo esperado, y Trump tendrá que decidir si actúa conforme a sus primeras premisas o se convierte en un líder de promesas incumplidas y en un «MAKE AMERICA GREAT AGAIN» fallido. Sin embargo, si aplica la filosofía que plasmó en su libro El arte de la negociación, donde afirma que «El mejor negocio es cuando ambas partes salen ganando», podría trazar una estrategia que beneficie tanto a Estados Unidos como a sus socios internacionales, sin caer en una confrontación destructiva.
Luis Fernando Quintero Calderón
@luisferqc_