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Limpiadores y cocineros. Doctores y enfermeras. Incluso conductores y operadores de ascensores.
Todo el personal de apoyo para los cardenales que elegirán al sucesor del papa Francisco prestó juramento de secreto el lunes antes del cónclave, que comenzará el miércoles.
¿El castigo por romper el juramento? La excomunión automática.
Unas 100 personas asignadas al cónclave prestaron sus juramentos en la capilla Paulina del Vaticano, indicó Matteo Bruni, portavoz del Vaticano. Entre ellas hay clérigos en papeles de apoyo, incluidos confesores que hablan varios idiomas.
Los propios cardenales prestarán su juramento el miércoles en la capilla Sixtina, antes de emitir sus primeros votos.
Se requiere de una serie de hombres y mujeres laicos para albergar y alimentar a los cardenales. La duración de un cónclave no se puede predecir, y sólo concluirá cuando la fumata blanca salga de la chimenea de la capilla Sixtina para anunciar que hay un ganador.
Todas esas personas estarán aisladas con el fin de que estén disponibles por si se ofrece alguna necesidad médica, y también para mantener la majestuosa belleza apropiada para la elección del próximo líder de la Iglesia católica, que cuenta con 1.400 millones de fieles. De los 133 cardenales que se prevé voten en el cónclave, 108 fueron nombrados por Francisco.
Los cardenales vivirán en residencias dentro de los terrenos de la Santa Sede. Pueden caminar aproximadamente 1 kilómetro (menos de una milla) hasta la capilla Sixtina o tomar un autobús especial que sólo opera dentro de los terrenos herméticos del Vaticano, y para eso también se necesitan conductores.
En un principio Bruni indicó que a los cardenales se les pediría dejar sus teléfonos móviles en su residencia en el Vaticano, Santa Marta, pero no les serían confiscados.
Sin embargo, en una sesión informativa vespertina efectuada horas después, señaló que entregarían sus teléfonos en Santa Marta y sólo se les devolverían al final del cónclave.
Pero, agregó, el asunto va «más allá de sólo cuestiones técnicas», ya que es un “proceso unido también con la oración, con la meditación, con la reflexión sobre quién podría ser la persona que el Señor ha identificado como el papa de Roma”.
El Vaticano también planea usar inhibidores de señal en los alrededores de la capilla Sixtina y las residencias para evitar vigilancia electrónica o comunicación fuera del cónclave. Los gendarmes de la Santa Sede supervisarán las medidas de seguridad.
Las disposiciones para la toma del juramento están establecidas en la ley vaticana. (AP).
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