El sueño de volver a casa se hizo realidad para Eustorgio Culma y su esposa Ana Rita Vargas. Hace 29 años, tuvieron que abandonar su vivienda en el municipio de Becerril (Cesar), tras las amenazas de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). Pero hoy, gracias a la gestión jurídica y acompañamiento integral de la Unidad de Restitución de Tierras (URT), han regresado a su hogar.
Corría septiembre de 1996 cuando hombres armados irrumpieron en el barrio Trujillo del municipio de Becerril, buscando a un joven de la familia. No lo encontraron, pero sus amenazas fueron suficientes para sembrar el terror. Eustorgio, entonces con 53 años, tuvo que abandonar la vivienda que había comprado 10 años antes con el esfuerzo de su trabajo como obrero.
“Nos fuimos sin mirar atrás; esa noche se acabó la tranquilidad”, relató. Al año siguiente, se vio obligado a vender la propiedad por un valor muy inferior. La transacción, realizada en medio del conflicto, se convirtió en un acto de despojo.
Desde entonces, la familia inició un largo camino de desplazamiento. Pasaron por Tolima, Valledupar y luego San Martín, al sur del Cesar. Allí la pareja conservó siempre la esperanza de recuperar el hogar que la violencia les arrebató. Tras acudir a la Unidad de Restitución de Tierras, lograron lo que ansiaban.
La Dirección Territorial Cesar – La Guajira de la URT acompañó este proceso y radicó una demanda ante el Juzgado Tercero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Valledupar, donde se demostró que la venta se produjo bajo coacción y dentro de un contexto de violencia generalizada.
El fallo, emitido en marzo de este año, ordenó restituir el derecho de propiedad a la familia Culma y dispuso medidas de reparación. Entre ellas, un subsidio de vivienda y un proyecto productivo urbano como medidas complementarias para la familia. Así mismo, contempla compensaciones económicas a los opositores en el proceso, declarados con buena fe exenta de culpa. La decisión también reconoce el impacto que estos hechos tuvieron sobre los habitantes del municipio, donde cientos de familias fueron desplazadas por los paramilitares.
Con la entrega material del inmueble, la URT reafirma su presencia en el territorio y su compromiso con las víctimas del despojo. Para Eustorgio y Ana Rita, hoy adultos mayores, la justicia llegó, devolviéndoles la tranquilidad y la memoria de un hogar que resistió al olvido.