Pasas un buen rato con amigos o en pareja, llega el momento de despedirse y, después, recibes un mensaje de alguna de esas personas diciéndote que se lo han pasado muy bien contigo, que se alegran mucho de haberte visto, o que ya está deseando que llegue la fecha de vuestro próximo encuentro.
Nada más leerlo se te sube el ánimo, o se escapa una sonrisa. Es completamente normal, pues no se trata solo de un gesto bonito, sino que es un detalle que puede un gesto ‘millennial’ que no debería pasar de moda.
Parece un gesto casi invisible, pero tiene un efecto poderoso. Aunque a veces lo asociamos con las relaciones románticas (y sí, sobre todo es costumbre en el mundo de las citas), enviar un mensaje después de quedar con alguien no es exclusivo del amor: en la amistad también es una forma de reforzar el vínculo, de reconocer el tiempo compartido y de demostrar que valoramos la conexión.
Según los expertos, este hábito está más presente entre los millennials, una generación que ha visto cómo sus relaciones evolucionaban con los años y las distancias. Muchos de ellos viven en ciudades distintas, están formando familias o atravesando cambios vitales importantes, por lo que el tiempo que comparten con amigos o con sus parejas tiene un peso distinto. Y es que, sabido es, que hay algo muy significativo en el hecho de que alguien saque tiempo para recordarte que le hiciste sentir bien.
Elena Tobaruela Villarejo, psicóloga
En cambio, la Generación Z —más joven, más expuesta a la inmediatez y más habituada a un contacto casi constante y casual a través de redes y chats— tiende a comunicarse de forma más irónica o distante.
Como están en un momento vital en el que ven a sus amistades con más frecuencia, quizás el valor de «cerrar» un encuentro con un mensaje de agradecimiento no les resulte tan evidente. Pero eso no significa que no puedan beneficiarse de esta costumbre.
¿Por qué un simple mensaje puede cambiar tanto?
«El agradecimiento es una práctica muy beneficiosa para nosotros como seres humanos y también para nuestro círculo social y familiar», comenta la psicóloga y terapeuta individual, de pareja y de familia, Elena Tobaruela Villarejo, quien ofrece una explicación más científica de sus ventajas: «La neurociencia demuestra que valorar a las personas que nos apoyan y queremos a la vez que ser conscientes de nuestra salud, una economía estable y tener las necesidades básicas cubiertas segrega serotonina en nuestro cerebro y aumenta nuestro bienestar».
Es un acto de reconocimiento de todo aquello que funciona en nuestra vida y expresarlo refuerza positivamente el vínculo con estas personas.
Elena Tobaruela Villarejo, psicóloga
De hecho, esta serotonina resulta fundamental para nuestro bienestar. «Es un neurotransmisor que se genera en el tronco encefálico y en el intestino y regula muchas funciones vitales. Así que, mientras actitudes como el agradecimiento aumentan su producción; un déficit de la misma puede generar depresión, ansiedad, problemas de conducta alimentaria y aparición de estrés», comenta.
Cuando expresamos gratitud, no solo le damos valor a la otra persona: también reafirmamos que ese tiempo compartido nos ha hecho bien. «Es un acto de reconocimiento de todo aquello que funciona en nuestra vida y expresarlo refuerza positivamente el vínculo con estas personas. Nuestro entorno toma así consciencia de la importancia de su presencia en nuestra vida», comenta la experta.
Además, como explica Elena Tobaruela, tanto este agradecimiento, como otros actos relacionados como el cuidado mutuo, y la reciprocidad, van a potenciar esta relación y van a contribuir a que sea más satisfactoria «ya que las dos personas se reconocen y se valoran mutuamente e incluso va a fomentar la comunicación entre ambas al comunicar un sentimiento profundo tan positivo como el agradecimiento».
Practicar la gratitud no se trata solo de escribir mensajes bonitos por compromiso, sino de reconocer sinceramente lo que el otro aporta a nuestras vidas. Eso sí, para muchos no resulta fácil llevarla a cabo. «En algunas ocasiones, la vergüenza de expresar los sentimientos y emociones positivas, la falta de conocimiento de las mismas, o haber recibido un lenguaje del amor poco expresivo verbalmente en nuestra infancia hace que no expresemos la gratitud y el cariño por quienes queremos».
La gratitud fomenta el optimismo
«Es más probable almacenar recuerdos negativos, tristes o que nos generaron miedo para evitar estos estímulos en el futuro. Sin embargo, la práctica del agradecimiento supone una reflexión consciente que nos permite salir de este funcionamiento para aprender a valorar todas esas áreas de nuestra vida que se mantienen bien y que son enriquecedoras», comenta Elena Tobaruela.
Cómo practicar la gratitud a través de los mensajes
Si eres de ese grupo de personas a las que les cuesta enviar esos mensajes de agradecimiento, o te gustaría hacerlo más, puedes seguir el consejo que dicta la experta en salud mental para producir neurotransmisores que contribuyen a la felicidad y alcanzar los beneficios descritos: «Recomiendo que, en un momento relajante al final del día, evalúes las cosas que has hecho y cuál ha sido más positiva, aunque te parezca inicialmente insignificante. Desde disfrutar de un momento de café leyendo el periódico o recordar el color de una flor en el parque, hasta escuchar la risa de un niño». (Hola.com).