Al menos 27 personas, incluidos 19 policías y otros funcionarios, resultaron heridas en la explosión de una gran pila de fuegos artificiales ilegales que habían sido confiscados en el sur de Filipinas. La gran detonación causó daños en viviendas, hoteles y un aeropuerto internacional, según dijeron las autoridades el martes.
Dos de las víctimas de la explosión del lunes por la tarde estaban en estado grave en un hospital en la ciudad portuaria sureña de Zamboanga, donde el alcalde ordenó una investigación sobre por qué la destrucción controlada que se había planificado con expertos policiales en explosivos se convirtió en una enorme explosión.
Expertos policiales en material explosivo estaban colocando los fuegos artificiales cerca de un campo de tiro de la infantería de marina para una detonación controlada, cuando el gran alijo, que había sido rociado con agua, explotó de pronto. La detonación fue tan fuerte que reventó ventanas hasta a tres kilómetros (casi dos millas) de distancia, según funcionarios y testigos.
La terminal de pasajeros del aeropuerto de Zamboanga, a unos dos kilómetros (más de una milla) del lugar, sufrió daños menores, pero no se reportaron lesiones ni demoras en vuelos, indicó la Autoridad de Aviación Civil de Filipinas.
Los fuegos artificiales fabricados de forma ilegal se estaban trasladando desde un almacén en la ciudad de Zamboanga, donde una explosión accidental el 29 de junio mató a cinco personas y dejó varios heridos. El lunes se completaron sin incidentes otras dos rondas previas de destrucción controlada, según las autoridades locales.
Muchos filipinos encienden potentes fuegos artificiales, especialmente la víspera de año nuevo, con la creencia de que las ruidosas celebraciones, que tienen una gran influencia de tradiciones chinas, alejan la mala suerte y el mal. La peligrosa tradición ha remitido un poco debido a restricciones del gobierno y las dificultades económicas, pero persiste en muchos lugares. (AP).